Anoche soñaba yo que los moros me robaban,
eran tus hermosos ojos que enojados me miraban.
Cuando yo esté en la agonía, siéntate a mi cabecera,
fija tu vista en la mía, será fácil que no muera.
Todos los que cantan bien beben vino y aguardiente
y yo como canto mal, agua clara de la fuente.
De tu ventana a la mía hay una larga cadena,
toda llena de suspiros, de suspiros toda llena.
La palabra que te di y a la orilla de la fuente,
como era palabra de agua se la llevó la corriente.
La despedida les doy, la que dio Cristo en la gloria,
la que no tenga marido que le tenga en la memoria.
"Emilia Escudero"
Recogido por Roberto Diego y Manuel Bahíllo.
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